JMJ Cracovia 2016
Tres seminaristas menores: Daniel, Francisco y Luis, con nuestro Rector, Don José Antonio, nos lanzamos a la aventura de la JMJ; a continuación os ofrecemos una crónica resumida.
Salimos de Ponferrada la madrugada del 17 de julio a Madrid y de allí volamos a Berlín. En la capital alemana, celebramos la Eucaristía e hicimos una visita nocturna. El día 18 viajamos a Praga, parando en Dresde para visitarla y celebrar la Eucaristía. A la noche llegamos a Praga, y, al día siguiente, pudimos conocer la ciudad: el castillo y la catedral de San Vito; la comida en un restaurante típico; la ciudad antigua con el puente de los santos y el patrón de la ciudad: San Juan Nepomuceno, la cena en el ayuntamiento, el reloj astronómico de la ciudad del siglo xv. Y, por supuesto, la visita a la iglesia que custodia al niño Jesús de Praga.
El día 20 viajamos a Polonia: nuestro destino era la Diócesis de Leszno, la parroquia de San Maximiliano María Kolbe, para participar en los Días en las Diócesis (DED) previos a la JMJ. Allí nos acogieron las familias que se habían ofrecido. Tras la Eucaristía, experimentamos la calurosa acogida y la maravillosa hospitalidad de los católicos polacos. El día siguiente estaba programado con actividades varias: torneo de fútbol España-Polonia; paseo en caballo; una magnífica parrillada y una carrera de speedway en el estadio de la ciudad. A la mañana siguiente, nos prepararon una gymkana con 120 pruebas para conocer la ciudad, incluida una clase de polaco. Esto acababa en la Basílica de Leszno y luego un concierto en la plaza. Ese día 22 se cubrió de tristeza por la muerte de la madre de Luis, uno de los seminaristas menores, natural de Benavides de Órbigo. Este suceso luctuoso nos sirvió para anunciar la resurrección de Cristo, afianzar nuestra confianza en la resurrección de la carne y orar por el eterno descanso de Francisca y por su esposo e hijos: José y Luis Castro.
Al día siguiente, viajamos a otra diócesis: Poznan. En la parroquia de San Antonio de Padua fuimos acogidos con un segundo desayuno, y de allí al centro de la ciudad, a la iglesia conventual de los dominicos. La comida, en el parque de la ciudadela; y concierto por la tarde, con la oración de la "coronilla de la misericordia". Y la Misa en la parroquia. Después, a otras nuevas familias de acogida.
Día 24, ya Domingo: peregrinación desde la Catedral al parque de la ciudadela. Renovación de las promesas bautismales y, luego, procesión con los santos polacos. Allí en el parque la comida, un concierto de música religiosa y la Eucaristía presidida por el Cardenal Rylko. Esa noche despedimos a las familias que nos acogieron y viajamos a Częstochowa a, al santuario de Jasna Gora, al encuentro de todos los españoles para celebrar la solemnidad del Apóstol Santiago, Patrono de España. Por la mañana, visita a la capilla de la Virgen, visitas por grupos al Santuario y sus museos, y celebración del sacramento de la Penitencia. Comida y la Eucaristía en el estrado en que San Juan Pablo II celebró la JMJ de 1991. Estuvo presidida por el cardenal Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y concelebrada por obispos y sacerdotes españoles. Al final de la misma, llegó la primera mojadura.
De Częstochowa viajamos a la ciudad de Bochnia. Aquí acabaron los DED y comenzó la JMJ. Esta localidad sería nuestra sede de acogida desde el martes hasta el sábado. Dista de Cracovia unos cincuenta kilómetros. Esos días estuvimos también acogidos en familias.
El día 26, por la mañana, tras la Eucaristía, visitamos el campo de concentración de Auschwitz: verdaderamente estremecedor. Por la tarde, en la plaza de Bochnia, seguimos por pantalla la Misa de apertura de la JMJ, presidida por el cardenal de Cracovia y luego el festival de acogida de la ciudad que culminó con un espectáculo de luz en la misma plaza. El miércoles, catequesis y la celebración de la Eucaristía en la basílica de San Nicolás; comida y, en la tarde, nos fuimos a conocer la ciudad de Cracovia: la iglesia de los Dominicos que albergaba las reliquias del Beato Frassati, copatrono de la JMJ; la iglesia de los franciscanos, donde bajaba a orar San Juan Pablo II desde el vecino palacio arzobispal antes de ser elegido Papa. También nos acercamos a la iglesia de los Bernardinos. Ese día llegaba el Santo Padre Francisco, por eso no pudimos visitar la ciudad antigua en la colina Wawel. Algunos de los peregrinos lo vieron llegar al arzobispado y otros saludaron al primer ministro de la Nación. Cuando caía la noche, regresamos a nuestras familias de Bochnia.
El jueves tocaba visitar el pueblo natal de San Juan Pablo II. Celebramos la Eucaristía y salimos al santuario de Kalwaria, un santuario cercano a Wadowice, localidad natal de San Juan Pablo. Cuando Éste quedó huérfano de madre, su padre lo llevó ante la imagen de la Virgen que se venera allí y le dijo: "Lolek, Élla es tu Madre". Allí pudimos ver algunas cosas referentes a las visitas de San Juan Pablo II a Polonia y a ese lugar. De allí a Wadowice: la Iglesia parroquial donde fue bautizado, la imagen de la Virgen ante la que rezaba al volver del colegio, y la capilla que le dedicaron tras su beatificación. Allí degustamos el dulce típico. Su casa está al lado de la Iglesia. Esa tarde fuimos a Cracovia a la ceremonia de acogida del Santo Padre en el parque Blonia, bajo la lluvia. Y, allí, el primer mensaje del Papa a los jóvenes: "las cosas pueden mejorar; depende de ti". Al acabar volvimos a nuestra familia.
Llegó el viernes: todo el día en Cracovia. Visitamos el grandioso santuario dedicado a San Juan Pablo II tras su canonización; de allí al santuario de la Divina Misericordia, donde celebramos la Eucaristía en inglés; y después fuimos al vecino convento donde Santa Faustina recibió las revelaciones de la misericordia divina. Por la tarde, no llegamos al Via Crucis con el santo padre, debido a las monumentales colas, y lo celebramos junto a Wawel, para visitar después el castillo y la catedral donde San Juan Pablo II fue obispo y en la que está enterrado San Estanislao. Y a dormir a Bochnia.
El sábado por la mañana dijimos adiós a nuestras familias de Bochnia y a la parroquia. Tras la Eucaristía, peregrinamos al Campus Misericordiae a medio camino entre nuestra localidad de acogida y Cracovia. Llegamos a nuestro sector, recogimos el picnic y comenzó la espera para la vigilia, presidida por el santo Padre, que nos invitó a "no ser jóvenes de sofá y canapé". El momento más hermoso fue la adoración del Santísimo. Y, acabada la oración, siguió la vigilia. Esa noche dormimos allí con nuestros sacos, y nos despertamos con la luz de la aurora para celebrar la Eucaristía de clausura, también presidida por el Papa y que ponía fin a la JMJ. Allí anunció la próxima: 2019, en Panamá. Al salir del Campus una gran tormenta nos alivió el calor a base de bien.
Acabó la JMJ, pero no nuestro recorrido europeo. Noche de autobús y, el lunes, Viena. La impresionante ciudad de las artes: primero la catequesis y la ronda de testimonios en el templo votivo, la comida y una visita guiada nos mostró los palacios de los Austrias, las iglesias de San Miguel, San Pedro y la Catedral donde celebramos la Eucaristía. La cena de ese día fue en el grandioso ayuntamiento, y después ópera al aire libre. Y otra noche en el autobús hasta Berlín, para conocerlo. A ello dedicamos la mañana, con una parada singular ante lo que queda en pie del muro. En la tarde, la Eucaristía en la catedral, presidida por nuestro Delegado de Pastoral Juvenil, Don Enrique. Cena libre en la cuidad y, el miércoles, último día, pudimos visitar el museo de Pérgamo, celebrar la Eucaristía en la iglesia del Corpus y continuar nuestro retorno a España: Berlín-Ámsterdam-Madrid en avión y, hasta Ponferrada, en autobús.
La JMJ es siempre maravillosa: el Señor nos sorprende siempre, y en esta ocasión lo ha hecho en la hospitalidad de las familias, fruto de la fe de un pueblo que no se ha apartado de Jesucristo, y eso se nota.
Gracias, Señor, por la JMJ; bendice sus frutos para que se noten en nuestra Diócesis, en Ponferrada y en la respuesta generosa de los jóvenes que han sido llamados al sacerdocio.